sábado, 11 de junio de 2011

Luna, luna... te llamo porque estoy amando. Gothic Lehahiah

Si bien el Gothic no es nuevo en nuestra sociedad, podríamos afirmar sin temor a equivocación, que ha sido en los últimos años cuando el concepto de Gothic ha tomado mayor influencia. El porqué de ello, indiscutiblemente ha sido producto de una serie de circunstancias que han originado un concepto erróneo del Gothic y lo que ello encierra y representa; circunstancias tan extremas y radicales al mismo como algunas cercanas. Bien pueden ser los “disturbios de tipo estudiantil”, por llamarles de manera alguna, y en el concepto amplio de lo que significa la palabra “disturbio”, tanto en su forma gramatical como psicológica; como aquellos más cercanos y apegados, como lo puede ser un mayor crecimiento de sus adeptos, el redescubrimiento interno y la aceptación de mentes más sin prejuicios y menos castrantes; hasta la vista ordinaria de la “moda”, en la cual, cada día es mayormente aceptada la gente que viste con un “Look Gothic”, sin ser precisa y necesariamente Gothic.

Toda manifestación socialmente humana encierra una complejidad que difícilmente puede ser explicada en su momento; es decir, las manifestaciones humanas, las revoluciones sociales tanto intelectuales como socioeconómicas o socioculturales, son difícilmente entendibles en su momento, sin aunar en que inmersos en el instante de su manifestación, nos dejamos llevar por una explicación del instante mismo, lo cual nos aleja del entendimiento global del cual debe ser interpretado, pues en él se inmiscuyen los “valores” morales que rigen en el momento mismo de dicha manifestación; pero, ¿no es acaso cierto que dicho movimiento intenta sofocar esos mismos parámetros por los cuales son medidos?

En un camino distante, en donde sueño y realidad se unen, en donde ensueños de vidas pasadas se convierten en realidades futuras. Ahí, en donde el nombre aguarda perenne, en donde el bagaje ligero se convierte, en donde la palabra flota y las letras se derraman.
Ahí, más allá del sueño de ensueños mismo, en el umbral del cuervo que en dintel se posa. Ahí, más allá del cuerpo y alma mortal alguna, en donde entes y fantasmas son uno, olvidos de viajes y entes cautivos. Ahí, en el rincón apartado, recóndita obscuridad que embarga. 
Ahí, en donde el viento y la bruma escuchan silencios, y la muchedumbre en albores perdidos. Ahí, en tu recuerdo que torno, humo de cenizas fundidas. Ahí, en el grito desesperado, opresión de prejuicios vagos. Ahí, en la mente enturbiada, venenos de sangre atormentada, más allá del nombre y el desorden, en normal cordura de una locura.
Allá, del otro lado de esta mascarada, ocultando pasiones desenfrenadas. Allá, tierras lejanas de insolencias malditas, en viento y fuego, aire y humo, ahí, en el sueño de ensueños. 
Ahí y sólo ahí, encontrarás el nombre de un Ángel de alas rotas.

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