viernes, 5 de noviembre de 2010

Ese sofá vacío...

Ese sofá vació. El terciopelo sigue teniendo tu figura guardada como oro en paño. Sigo sentada en la mesa, con la taza en la mano, mientras la balanceo no puedo evitar caer en la cuenta de que llevaba tanto tiempo allí, sin hacer nada mientras miraba el sofá con esa carta de promesas rotas y vacias tuyas que me daban esperanza.
"¿Cuánto tiempo llevo aquí sentada? ¡Bah! ¿¡Qué importa!?"
Parece que me encanta perder el tiempo mirando hacia atrás. Recuerdo como fue la primera caricia en mi piel, el primer beso, el primer te quiero... y como se fue agotando el tiempo. Nunca se repetirá y aun así no puedo evitar sonreír y estremecerme. Parece mentira lo rápido que pasa la noche, esta noche silenciosa en la que desde la ventana la luna me acompaña.
Resulta curioso como dejamos inconclusas aquellas cosas de la vida que posiblemente mayor satisfacción nos creen. Y cuando vuelves la vista atrás recuerdas lo bien que te sentías, recuerdas como en cualquier lugar y en cualquier momento pedías un bolígrafo para hacer garabatos en una hoja, por que ahí estaba, la inspiración llamando a tu puerta, en mitad de cualquier sitio, sin más, unas pequeñas frases que eran tan buenas que no las podías dejar escapar. Pero lo cierto, aunque parezca triste, es que dejamos escapar todo aquello que nos refuerza, por miedo, por capricho o simplemente por excusas tan vacías como el tiempo. “Esté tiempo del que tanto nos quejamos no nos va a esperar, Cronos nunca espero unos cuantos años, para comerse a sus hijos, ¿nos va a esperar a nosotros? – ¡Apaga y vamonos, deja de pensar...!”
Le doy un suave sorbo al café y aparto la taza. Ahí esta, ese dichoso sofá, este dichoso silencio, esta jodida noche. Lo rápido que pasa el tiempo y lo lento que puede parecer en según que momentos. Y ¿a quien llamas a las cinco y veinte de la madrugada de un lunes? No llamas a nadie, sino que abres una hoja de Word y comienzas a poner letras a todo lo que te rodea, incluido ese odioso sofá que me mira, mientras el corazón se ahoga lentamente y notas como su pulso decrece, sucidio, nadie lo pensaría.
La forma que toma el sofá es curiosa, creo que es la tuya, pero hace ya tanto tiempo que no te veo, que apenas recuerdo las curvas de tus sonrisas, hace ya tanto tiempo que deje de soñar cosas bonitas, que no recuerdo tus dientes blancos peleados con tus labios por lucir más en tu rostro. Si al menos pudieses perdonar mi impertinencia y volver, volver a ese sofá, a compartir extrañas conversaciones sobre ¡a saber sobre que! Cada día en tu cabeza rondaban diferentes inventos, nuevas investigaciones disparatadas, y con tu calida sonrisa lo llenabas todo. Hecho de menos todo ello, y ese sofá sigue ahí, parece que me mire. Cada vez que bajo la mirada para leer lo que escribo en el ordenador parece que me llame para volver a levantar la mirada hacia él. Debo estar soñando. Pero esto esta comenzando a parecer una pesadilla, no es lo que debería ser, debo de estar soñando. Todo esta en mi mente, y ese jodido sofá no me llama, solo es tu recuerdo lo que me hace extrañar cada momento que pasamos juntos.
Otro sorbo al café y abro la ventana. Hace frío, pero no un frío seco como pasaría en casa, sino algo húmedo que cala los huesos. Un estremecimiento.
Este es un mes difícil, y no son los mejores momentos para atormentarme con un sofá, con un pasado de rituales perdidos que anhelo volver a encontrar. Aunque lo que sinceramente creo, es que jamás encontrare lo que se ha perdido, porque se ha perdido en el tiempo, y el tiempo no vuelve. Hoy quizá sea más consciente de mi fin. Mi único deseo es indeseable, paradojas de la vida… para variar.
Hay un gato paseando por la calle, solo, vagabundeando, supongo que en busca de comida, o de calor.
Rápidamente me levanto de la mesa y recuesto mi cuerpo en el sofá, apoyo mi portátil en mis piernas, agarro las promesas vacias de tu carta y la tiro por la ventana, abro la pantalla del ordenador y con unos pocos tecleos escribo:
¿FIN?
No, el fin en mi mente no va a llegar así. Apago mi portátil y me acuesto en ese sofá… intento recordar tu abrazo, ese que me dabas cuando me tumbaba en tu regazo. Imagino tu forma, tu respiración, tu aroma, tu calor… sonrío al recordar aquel tiempo, ese en el que yo podía ser feliz y no estar enferma. Ahora ya nunca me iba a poder curar, pero no me importaba, el que tu no estuvieras conmigo hacía que nada me importara… mi única esperanza de salvación para poder dejar de sufrir y enfermar se había ido haciendo lo peor que pudo hacer… daño. Sus palabras retornaban a mi mente con esa sombra de dolor. Esas palabras que me mataron, me mataran y lo seguirán haciendo por siempre…. Nadie va a querer nunca a una loca, nadie va a querer a una enferma… NADIE…NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE!!!!!!! Que te quede claro NADIE, nadie va a quererte… y si alguien lo hiciera… enfermaría contigo…. Pero ahora ya no importaba, la única persona a la que yo quería para siempre no iba a volver… había muerto? No. Pero yo para él si… y es cierto me quedaba poco tiempo de vida… cada vez menos… lo notaba, la pena me estaba consumiendo cada vez más. Estaba sola, en un país desconocido simplemente por no hacer más daño… la muerte me buscaba por Yecla, por Murcia… pero no daba conmigo… al final a la muerte se le ocurrió buscarte a tí; y te encontró, te dio a elegir si te ibas tu con ella o me iba yo, y otra vez haciendo alarde de tu “querer” y de tu aprecio hacia mí levantaste tu cabeza con orgullo y le indicaste el camino hacia el éter, pero acaso alguna vez tu habías estado allí, no. Tu sólo me había prometido palabras vacías, siempre pensé que eran verdad hasta que... me abandonaste, no cumpliste tus promesas, eran todo mentiras. Como sólo buscabas la soledad, tu orgullo hizo decirle a la muerte donde me ocultaba y ella me encontró. Sonreí al verla puesto que ya no le tenía miedo, era una vieja amiga, alguien en quien confiar... total si ultimamente con todos los ataques la veía todos los días. Pero me pregunto... ¿Por qué volví a buscarte y a quererte, a luchar por tí, a vivir por tí, a ser tuya...? Yo vine por tus promesas... promesas que jamás se cumplieron y que ahora tengo que sufrir atada al tiempo. ¿Cómo has vaciado tanto tu vida? ¿Cómo te has dejado influenciar tanto por los demás? Digas lo que digas, cariño, nadie te reconoce, tu nunca has sido así aunque ahora pretendas convertirte en ello. Pero tenlo en cuenta, no se si será tarde cuando quieras enmendar tu error, pero te quiero y estaré esperandote, al igual que ahora quiero verte sonreir por lo que has elegido. ¿Pero sabes qué? Tu mismo sabes que no, que así no eres feliz, y vives con el miedo... el miedo.
Una vez allí llegue yo demacrada a saludar a mis llorosos y tristes padres… no había solución, el demonio me esperaba y allí fui, como angel caído al infierno… cuando salí la muerte me estaba esperando, pero antes le pedí que me dejara ver lo que yo más quería y quiero en este mundo… y  lo hice… realmente no me hizo más daño del que ya había, yo sabía que no estaba preparada… pero quería verle… sabía que eso me podía matar allí mismo… pero una luz se encendió en mi y me envolvió.. mi alma me quería proteger hasta el final… pues mi alma sabía que le quedaba poco tiempo para protegerme…
                                …
Las horas después de haberle visto fueron decisivas… ataques y mas ataques… la muerte como gran amiga a mi lado acompañándome en todo momento hasta que me llegara la hora… nunca había luchado por mi, siempre lo hice por él… y ahora ya no tenia nada ni nadie por lo que luchar. Asi que la muerte me miró y yo asentí.. me dejé ir… todo había terminado. Mi parte luminosa y blanca, mi angel blanco, mi protector, mi alma iba hacia el cielo mientras que yo me vendia al diablo… la muerte era tan solo el principio de mi inmortalidad… la muerte nació viva y ahora ya no puede morir… me acompaña en todo momento. Después de la vida todo era... ¿el fin?

No hay comentarios:

Publicar un comentario