| ¿Por qué me prometiste, un día tan hermoso, |
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| haciéndome viajar a cuerpo sin mi manto, |
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| dejando que las nubes, crucen por mi camino |
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| y en su podrido humo, ocultar tu valía? |
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| No vale que tú, rompas, entre las negras nubes, | |
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| para secar la lluvia de mi abatido rostro, |
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| pues nadie puede hablar, de bálsamo o remedio, |
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| que cierre las heridas sin curar la desgracia. |
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| Ni puede tu vergüenza, dar cuerpo a mi dolor, |
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| aunque tú, te arrepientas, llevo las de perder, | |
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| que el dolor del que ofende, es un débil alivio, |
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| para él que lleva el peso de la mayor ofensa. |
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| Pero son como perlas, mis lágrimas de amor |
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| y al caer me redimen de tus malas acciones. |
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